Daniel Solomons

Julio 25, 2024


“En ciencia estamos muy enfocados en publicar, pero siento que la divulgación, mostrar lo que hacemos, es clave”.

Daniel Solomons, un joven nacido en Londres en 1995, ha recorrido un camino vertiginoso desde sus días de estudiante de pregrado en la Royal Holloway University hasta su actual posición como doctorando en Ingeniería Biomédica y Médica en la Universidad Católica. Ha dedicado su vida a explorar los misterios del cerebro humano, especialmente los trastornos del lenguaje. Ese viaje que lo ha llevado a cruzar océanos y enfrentar desafíos como presentar su investigación en el concurso Tesis en Tres minutos de la Escuela de Graduados UC. 

Richard García 

Las intensas lluvias que afectaron la zona central y sur del país durante junio hicieron sentir prácticamente en casa a Daniel Solomons (29), quien siguió yendo al Campus San Joaquín sin mayor complicación, pese a que la mayoría de los estudiantes y académicos prefirió ausentarse. “Esto es una lluvia normal en Inglaterra”, dice, con una sonrisa acogedora, mientras nos conduce a su oficina. En el camino revela que es nativo del cosmopolita barrio londinense de Hackney, situado en la zona este de la capital del Reino Unido. “Allí hay muchos inmigrantes de todo el mundo y hasta mi familia son inmigrantes. Mi mamá es polaca, mi papá es de Escocia, pero igual tiene ascendencia extranjera de otra parte de Europa, de Rusia”, detalla. 

Fue justamente esa multiculturalidad la que despertó su interés por el comportamiento de las personas, lo que finalmente lo llevó a estudiar Psicología con mención en Neurociencias Cognitivas y Clínicas en la Royal Holloway University, que es parte de la Universidad de Londres. Después de obtener su pregrado, continuó su educación en el Imperial College, donde realizó un máster en Neurociencia Clínica. Su interés en el área lo llevó a considerar tanto la investigación científica como el trabajo clínico, pero finalmente decidió embarcarse en una experiencia que le permitiera ver de cerca el funcionamiento de un laboratorio de neurociencia. 

La decisión de Daniel de venir a Chile fue gatillada por una oportunidad única de trabajar con el Dr. Ranganatha Sitaram, un renombrado neurocientífico indio que en ese momento era académico de la Universidad Católica. “Le mandé un correo y él me respondió. Luego lo llamé y me preguntó por qué quería venirme a Chile. Le dije: ‘Mira, le leído tus publicaciones y también que la UC tiene muy buna reputación a nivel mundial, ya que está entre las cien primeras en el ranking global”.  

El Dr. Sitaram rápidamente no solo invitó a venir, sino que le informó por WhatsApp que había una beca para un doctorado en el nuevo Instituto de Ingeniería Biológica y Médica, y que sería completamente en inglés. “Hablé con mi familia y comencé con este proceso, porque encontrar una beca de doctorado donde te pagan y en una cantidad suficiente como para que puedas vivir, hasta en Inglaterra es difícil de encontrar”, reconoce. Fue así como en noviembre de 2019 llegó por primera vez a Santiago, en pleno estallido social. “Compré mi pasaje una semana antes de que comenzara todo”, recuerda. 

La llegada de la pandemia de COVID-19 en marzo de 2020 añadió una nueva complejidad a su estancia en Chile, donde había llegado a vivir a un departamento en el barrio del Parque Almagro. “No pude ir a Inglaterra por varios meses. Recién lo hice a fin de año porque Santiago fue de las últimas comunas en que se levantó la cuarentena”, comenta el doctorante.
A pesar de los desafíos, incluyendo el aislamiento y el estudio a distancia (el campus estuvo cerrado hasta noviembre), perseveró en su camino académico.  

Clave para ello fue el apoyo de sus supervisores de tesis. Como el doctor Sitaram se fue a vivir a Estados Unidos tuvo que buscar nuevo profesor guía. Al final, debido a la multidisciplinariedad de su investigación, terminó trabajando con tres. El principal es el ingeniero Francisco Sahli, profesor asistente del Departamento de Ingeniería Mecánica y Metalúrgica, y del Instituto de Ingeniería Biológica y Médica. Las otras supervisoras son la doctora en Ingeniería Química, María Rodríguez, profesora asociada del dicho instituto -que trabaja más en el área de biofísica- y la fonoaudióloga Carolina Méndez, de Fonoaudiología UC. “Es con quien he trabajado más -en su área. Mi tesis está basada en sus datos”. 

Actividad neuronal y materia gris 

La investigación de Daniel Solomons se centra en las estructuras del cerebro relacionadas con el lenguaje. Su tesis, titulada “Language Functional Lateralization Associated to Grey Matter Structure in the Brain Language Network” (Lateralización funcional del lenguaje asociada a la estructura de la materia gris en la red de lenguaje del cerebro), estudia a personas sanas y también a aquellas con tumores cerebrales. “El punto es que entre la población sana y el porcentaje con diferentes tipos de patología, hay mucha variación en la manera de expresar su lengua”, explica. 

Mediante técnicas avanzadas de resonancia magnética funcional (llamada fMRI), el doctorante investiga cómo el cerebro maneja el lenguaje y cómo las lesiones o enfermedades pueden afectar esta capacidad.  

Las neuronas, células del sistema nervioso, se comunican mediante señales eléctricas generadas por la transmisión de iones a través de sus membranas. Esta actividad neuronal incrementa el consumo de oxígeno y nutrientes, lo que aumenta el flujo sanguíneo en áreas específicas del cerebro. La resonancia magnética funcional (fMRI) contabiliza estos cambios en el flujo sanguíneo, permitiendo inferir la actividad neuronal sin medirla directamente, ya que existe una correlación establecida entre el aumento del flujo sanguíneo y la actividad eléctrica neuronal. Esta tecnología proporciona información valiosa sobre la plasticidad cerebral, la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse formando nuevas conexiones neuronales, lo cual es esencial para el aprendizaje, la memoria y la recuperación de lesiones. La plasticidad cerebral es el tema central de su investigación, ya que su objetivo es hacer estas mediciones “de manera barata, rápida y fácil”, dice. 

Daniel utiliza Voxel Based Morphometry (VBM), una técnica desarrollada en los años noventa en Londres, que permite analizar diferencias en la anatomía cerebral mediante la división del cerebro en pequeños vóxeles (decenas de miles de pequeñas regiones de pocos milímetros cúbicos de tamaño, similares a los pixeles de las imágenes digitales). Con esta técnica se identifican diferencias de concentración entre la materia gris, que contiene nuestras memorias, conocimientos y sentidos, y la materia blanca, responsable de la transmisión de información.  

Accesible y atractiva 

Su investigación tiene el potencial de revolucionar la manera en que se abordan los trastornos del lenguaje y la rehabilitación postquirúrgica. Al optimizar y aplicar tecnologías de neuroimagen en tiempo real en el campo clínico, su trabajo busca ofrecer diagnósticos más precisos y tratamientos más efectivos. “Estamos buscando información en el cerebro de estos pacientes que nos diga cuáles son los problemas que están padeciendo para eventualmente después aplicar un tratamiento”, señala. “Imagínate que una persona tiene un tumor y el doctor quiere saber dónde hay áreas del cerebro vinculadas con el lenguaje para no dañarlas cuando lo extraiga. Si esas áreas están todas asociadas a la zona del tumor va a ser más compleja la extracción, pero si encuentras materia gris en el área que no está el tumor, eso facilita eventualmente una rehabilitación”, dice. 

El trabajo de Daniel no se ha limitado a la investigación. También ha hecho divulgación, como un taller de ciencia donde realizó una presentación sobre ilusión óptica en el colegio Antares, de Puente Alto, en el segundo semestre de 2021 y en 2022. “En ciencia estamos muy enfocados en publicar, pero siento que la divulgación, mostrar lo que hacemos, es clave”.  

Su participación en la competencia “Tesis en Tres Minutos”, de la Escuela de Graduados de la UC, fue un reflejo de este compromiso. Dice que este reto, que desafía a los doctorandos a resumir su investigación de manera accesible y atractiva en solo tres minutos y en inglés, fue una oportunidad para que mostrara la importancia de su trabajo. “Fue maravilloso narrar a mis amigos, a mi familia y a la gente lo que es una investigación científica”, afirma.  

Cuando no está estudiando, Daniel Solomons viaja y recorre Chile. “Me gusta explorar, hacer trekking, estar activo. He ido a la Patagonia y al sur en general.  ¡Imagínate, pasé más de cinco meses solo por la pandemia, soñando con todos los lugares de Chile y la belleza que tienen! Porque Inglaterra no es un país con mucha belleza natural, es muy industrial. Chile, en cambio, tiene la cordillera y las playas”. Incluso trajo a sus padres para que compartieran la experiencia. “Cuando mi padre estuvo en la Patagonia, no podía creer que hubiera pasado tres horas en un auto sin ver a nadie más en el camino”, cuenta, entre risas. 

Respecto de su futuro, dice que una vez que termine el doctorado podría derivar a la industria farmacéutica o seguir un postdoc. “Hay muchos concursos nacionales e internacionales para postular. Ya tengo residencia definitiva en Chile y me he acostumbrado mucho. Por ahora, la idea es quedarme acá y buscar una oportunidad dentro de este país. Si nada se presenta, recién ahí podría pensar en irme a otro lado. Mi sueño es continuar en la ciencia, en la academia o la industria, en la búsqueda de soluciones de temas relacionados con la salud mental y la neurociencia, para ayudar a las personas”. 

Entramado