Francisco Quilodrán

Mayo 14, 2025


“La escuela debe enseñar español respetando la cultura de los estudiantes haitianos”

Su investigación sobre las prácticas que intervienen en el proceso de lectura y escritura de estudiantes oriundos de ese país, en establecimientos educacionales chilenos de sectores populares, fue uno de los trabajos finalistas del concurso Tesis en Tres Minutos (3MT®) 2024, que organiza cada año la Escuela de Graduados, de la Vicerrectoría de Investigación.

Richard García

¿Es posible aprender una lengua y adaptarse a un país nuevo y ajeno, sin perder el vínculo con la cultura de origen? Al menos es lo que cree el doctorante Francisco Quilodrán (37), quien durante seis meses se sumergió en un aula de una escuela de Estación Central donde conviven estudiantes de distintas nacionalidades, para observar los hábitos de lectoescritura de los niños haitianos en Chile. Su trabajo, presentado en el concurso “Tesis en Tres Minutos” (3MT®) 2024, de la Escuela de Graduados -de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Católica-, pone en evidencia las tensiones entre inclusión, lengua y cultura, en el sistema escolar chileno.

Con una formación en traducción y enseñanza del español como segunda lengua, Francisco Quilodrán decidió enfocar su tesis doctoral sobre educación en un fenómeno cada vez más presente en Chile: la integración de niños de origen haitiano al sistema escolar.

Oriundo de Villa Alegre, en la Región del Maule, tras cursar la enseñanza media en Talca, migró a Santiago para estudiar  Traducción en inglés y japonés en la Universidad de Santiago de Chile (Usach). Posteriormente, se especializó en enseñanza del español como lengua extranjera en la Universidad Católica.

“Siempre me atrajeron los idiomas y las culturas”, recuerda. Su interés por la educación multicultural surgió mientras trabajaba como traductor y profesor de español para inmigrantes adultos, especialmente haitianos, en diversos proyectos de extensión de la UC.

Actualmente, trabaja en la Facultad de Letras de la UC y colabora en el diseño de material educativo para enseñanza de español a niños migrantes. “Estamos desarrollando materiales que integren contenidos de ciencias e historia, y que también incluyan a las familias en el proceso de aprendizaje”, señala.

 

Lectura, escritura, integración y discriminación

La investigación del finalista de “Tesis en Tres Minutos” (3MT) se llama “Prácticas de literacidad de estudiantes de origen haitiano en la escuela chilena”. Esta apunta a explorar qué leen y escriben estos niños, en qué idiomas lo hacen, y cómo viven su experiencia de aprendizaje dentro y fuera en la sala de clases.

Dicho trabajo lo desarrolló en una escuela con un contexto altamente multicultural. Quilodrán eligió este establecimiento por su composición estudiantil diversa y por ser una de las escuelas con mayor presencia de estudiantes haitianos en la comuna.

“El curso que observé era sumamente diverso: chilenos, haitianos, venezolanos, colombianos y peruanos. Esto me permitió analizar no solo las prácticas de lectura y escritura, sino también las dinámicas de integración y discriminación”, dice Francisco Quilodrán, quien realiza el Doctorado en Educación en la UC.

Uno de los aspectos más sensibles que detectó fue la discriminación entre los propios estudiantes migrantes. “Los niños haitianos no solo enfrentaban barreras lingüísticas, sino también actitudes despectivas por parte de compañeros de otras nacionalidades”, explica. Relata casos en que estudiantes venezolanos o colombianos reproducían estereotipos negativos sobre Haití, lo que impactaba en la autoestima y participación de sus compañeros haitianos.

Esta discriminación horizontal, entre migrantes, se vinculaba muchas veces a discursos heredados de los adultos. “No se trata solo de prejuicios personales, sino de representaciones que circulan socialmente y que los niños replican sin una mediación crítica de parte de la escuela”, advierte Quilodrán.

Durante medio año Quilodrán entrevistó a diez estudiantes, centrándose en cuatro casos focales, para lo que extendió su estudio a entrevistas con sus familias, docentes y autoridades escolares. Observó clases de lenguaje, matemáticas, historia y ciencias, buscando entender el rol de la escuela en la inclusión de estudiantes de origen haitiano.

Uno de sus principales hallazgos es que fuera del aula los niños haitianos mantienen una alta actividad lectora y escritora, especialmente en español y creole, fomentada por su participación religiosa. “Muchos escribían cuentos, diarios o notas en ambos idiomas. Sin embargo, dentro de la escuela, sus competencias no siempre eran reconocidas ni aprovechadas”, reconoce.

Dentro del aula, la inclusión era desigual. “A pesar de sus ganas de participar, los estudiantes que no dominaban el español quedaban marginados. Muchas veces las profesoras no sabían cómo adaptar tareas, lo que generaba situaciones de exclusión”, observa. Un caso que resalta es la adaptación de lecturas obligatorias, donde a estudiantes haitianos se les asignaba leer cómics en lugar de los textos principales, limitando su participación académica.

La inexistencia de un programa formal de enseñanza de español para extranjeros era otra gran carencia. “El taller de español era voluntario, desvinculado de los contenidos curriculares, y sin evaluación formal. Se requeriría un programa obligatorio, articulado con el resto de las asignaturas”, afirma el doctorante.

En cuanto a los “fondos de conocimiento”, concepto que alude a saberes culturales familiares, Quilodrán constató que las familias haitianas transmiten tradiciones, historia y valores a sus hijos, pero que la escuela apenas integra esos saberes. “La imagen que se proyecta de Haití en el aula es extremadamente negativa, asociándolo solo con pobreza y violencia, ignorando su rica historia como la primera república negra independiente”, lamenta.

 

Desde Hawái

Francisco Quilodrán propone que la escuela chilena no solo enseñe español, sino que lo haga respetando la cultura de origen de los estudiantes. “Hablar creole debe ser visto como una ventaja, no como un obstáculo. Un buen dominio de su primera lengua facilita la adquisición del español y refuerza su identidad”, sostiene.

Actualmente realiza una pasantía en la Universidad de Hawái en Mānoa, centro reconocido mundialmente por sus investigaciones en adquisición de segundas lenguas. “Allí he podido observar contextos multilingües complejos, similares a los de Chile, y constatar que los desafíos en integración escolar son globales”, comenta.

Su estadía en Hawái también le ha permitido tomar cursos como “Enseñanza Responsiva”, orientados a la formación de docentes en escuelas multiculturales. “He aprendido estrategias prácticas que podrían adaptarse al contexto chileno para mejorar la inclusión educativa”, destaca.

 

 

En este proceso, Quilodrán ha contado con el acompañamiento de dos académicas que guían su trabajo: Natalia Ávila, especialista en educación y académica de la misma universidad, y Gloria Toledo, jefa de Lingüística de la Facultad de Letras UC. “Gloria ha trabajado el desempeño escrito de estudiantes migrantes en enseñanza media, y Natalia me ha apoyado desde la mirada pedagógica. Su orientación ha sido clave para conectar mi trabajo con los desafíos reales del aula chilena”, explica.

Respecto de 3MT®, lo vio como una buena oportunidad para llevar su tesis a un público más masivo. Pero admite que, dada la complejidad y alcance de su trabajo, no le fue posible mostrar toda su real dimensión al presentarlo en la competencia.

Con todo, Quilodrán señala que fue una oportunidad valiosa para sintetizar un trabajo extenso en un mensaje accesible: “Me obligó a salir de la escritura académica y pensar en cómo transmitir lo esencial en poco tiempo y a un público no especializado. Fue un ejercicio difícil pero muy enriquecedor. Además, permitió visibilizar un tema que muchas veces es marginado en el debate educativo”.

El doctorante enfatiza que el fenómeno migratorio haitiano plantea desafíos a largo plazo para el sistema educativo chileno. “Muchos de estos niños ya son chilenos de nacimiento, aunque en sus hogares se hable creole. El reto es enseñarles español sin negarles su identidad”, concluye.

Con su investigación, Francisco Quilodrán espera aportar a que las escuelas chilenas avancen hacia modelos más inclusivos y responsivos, en un país donde la diversidad cultural es ya una realidad cotidiana.

Entramado