Cristian Espinoza

Octubre 22, 2024


“La ciencia puede ser presentada al público de una manera más cercana y atractiva”

Con el respaldo de sus conocimientos como enfermero pediátrico, Cristian Espinoza ha emprendido una cruzada para enfrentar el cáncer a nivel de la circulación sanguínea. Su tesis, que presentó con un relato de terror en la última versión del concurso “Tesis en Tres Minutos”, de la Escuela de Graduados UC, trata sobre cómo las proteínas que favorecen la coagulación de la sangre también promueven la metástasis de las células cancerígenas y entrega luces sobre cómo se podría neutralizar este efecto.

Por Richard García

Un monstruo viene en el metro y, si sale, arrasará con todo a su paso. La clave son las puertas que impiden su salida, pero si se traban, todo estará perdido. Con esta imagen más propia del cine, el cómic o las series de animé, Cristian Espinoza (37), doctorante en Ciencias Biológicas -mención Ciencias Fisiológicas- en la Universidad Católica, dejó su huella en la versión 2024 de la competencia “Tesis en Tres Minutos”, de la Escuela de Graduados -de la Vicerrectoría de Investigación de la universidad: se convirtió en el ganador de la “Mención honrosa”.

Cristian Espinoza sorprendió con una presentación innovadora que fusionó la ciencia con una narrativa creativa. “Fue bastante sorpresivo. No me lo esperaba”, comenta sobre el inédito premio. Su objetivo principal, explica, fue mostrar que la ciencia puede ser presentada de una manera más cercana y atractiva. Y lo logró, ya que su historia de terror, inspirada en su formación y sensibilidad, cautivó al jurado y a los presentes.

La presentación de Cristian fue una metáfora de la dinámica interna de un cuerpo afectado por un tumor. El “monstruo” representaba a las células cancerígenas que buscan invadir nuevos tejidos, el carro de metro era la sangre, y había que evitar que se abriera la puerta para que no escapara.

Sin embargo, en su analogía, el problema surgía cuando se trababa la puerta del metro: el monstruo, es decir, las células cancerígenas, lograban escapar y se producía la metástasis. “Lo que quiero hacer es aplicar un estímulo que inhibe que las puertas se traben. Si eso no sucede, se cierran y el monstruo no puede salir. Y si sigue circulando en la sangre, queda expuesto a un contingente gigantesco de células inmunitarias que lo pueden destruir”.

En cambio, una vez que las células cancerosas logran escapar al tejido, detenerlas es casi imposible. “Si el cáncer hace metástasis, es porque de verdad ya es muy poco lo que podemos hacer. El metro entonces era la sangre. Y si el monstruo sale, ataca la ciudad, y ahí ya no lo podemos parar”.

A Cristian le gusta explorar narrativas. Ciencia, literatura y música se complementan en forma natural en sus dinámicas creativas. Nacido en 1987 en San Fernando, desde temprana edad, mostró un profundo interés por su entorno y una inclinación por la lectura y la escritura. En su biblioteca no faltaban libros de ciencias naturales como tampoco revistas de divulgación como “National Geographic” o “Muy interesante”, y no se perdía las repeticiones de la serie “Cosmos”, con Carl Sagan. De hecho, uno de sus primeros deseos fue transformarse en astrónomo, pero que luego decantó en otras áreas.

Este interés por la ciencia fue fomentado tanto por su madre, una profesora de educación básica y folclorista, como por los profesores del Liceo Neandro Schilling de San Fernando, donde estudió. Su curiosidad por la química se despertó en la enseñanza media, donde representó a su colegio en las Olimpiadas Regionales de Química en Rancagua, y luego se consolidó durante las clases en el preuniversitario Hernando de Magallanes. “Me acuerdo de un profesor que siempre estaba mezclando química con biología. Lo encontré fascinante, cómo juegan los seres vivos con las reacciones químicas. Y entonces, me dije: ‘Ya, esto es lo que me quiero dedicar’”.

Hacer un aporte

Inicialmente, su intención era dedicarse a la bioquímica. Pero por diversas razones, algunas externas y otras que tenían que ver con él, decidió estudiar enfermería en la Universidad de Chile. A esa carrera ingresó en 2006. Al egresar, seis años más tarde, la práctica clínica -especialmente en el área pediátrica y de cuidados críticos-, despertó en él una serie de preguntas científicas que lo llevaron a querer investigar más a fondo lo que estaba observando.

“Algo que muchos desconocen de los pacientes críticos es que todas las personas fallecen por problemas de perfusión. ¿Qué quiere decir perfusión? Que los nutrientes y el oxígeno que se encuentran en la sangre llegan a todos los tejidos, a todo el cuerpo. Si la sangre deja de perfundir a los tejidos, puede ocurrir algo que se llama la disfunción multiorgánica, es decir, los órganos dejarán de cumplir su función. Esto puede ocurrir por problemas como coágulos, o porque tuvo una hemorragia y ya no tiene suficiente sangre como para perfundir”, detalla.

Esto llevó al actual doctorante a investigar la microcirculación, es decir, el instante preciso donde ocurre la entrega de oxígeno, la entrega de nutrientes y la recepción de desechos orgánicos. “Me llevé una gran sorpresa cuando llegué a ese punto y me di cuenta de que había muy pocos estudios. Es muy poco lo que se sabe y en pacientes menos. Entonces, por iniciativa propia empecé a investigar y opté por hacer un magíster en fisiología, en la Universidad de Chile, en 2015. Mi tesis la desarrollé en fisiología cardiovascular”, relata.

Al terminar su tesis de magíster llegó a la conclusión que podía contribuir mucho más a la sociedad desde la investigación. “Cuando se atiende a un paciente, por ejemplo, uno puede tratar a una persona, pero nuestro conocimiento llega hasta un punto solamente. Y es triste tener que pararse frente a una persona para decirle: ‘¿Sabes qué? No podemos hacer nada más’. Pero en la práctica es: no podemos hacer nada más porque no sabemos más. Y ahí pensé ‘quizás pueda aportar en algo”.

Esto lo llevó, en 2021, al laboratorio del profesor Gareth Owen, en la Universidad Católica. Él es su actual profesor de tesis en el Doctorado en Ciencias Biológicas. “Para mi muy grata sorpresa, él tenía una línea de investigación enfocada en metástasis, la que ocurre en la microcirculación. Le dije que estaba interesado en investigar capilares sanguíneos, microcirculación, y que me encantaría trabajar con él”.
Según detalla Espinoza, los mecanismos que regulan la metástasis, y los que regulan la permeabilidad y la perfusión son muy parecidos. Es decir, atacando los problemas de perfusión se podría eventualmente contener o revertir la metástasis.

Es así como su investigación actual busca identificar cómo los factores de coagulación, es decir,  proteínas específicas en la sangre que trabajan en conjunto para detener el sangrado mediante la formación de un coágulo sanguíneo, favorecen la propagación del cáncer, y si es posible inhibir este proceso sin afectar la coagulación normal del cuerpo. “Se podría ocupar directamente anticoagulantes, pero ¿cuál es el problema de eso? Que si la persona sufre una herida, no va a coagular. No tendrá metástasis, pero se va a desangrar. Entonces, ¿cuál es el otro camino? Ver cómo los factores de coagulación, manteniendo esta última, pueden volverse incapaces de favorecer la metástasis. Y eso es lo que estoy investigando”, detalla.

El uso del fármaco “Vorapaxar”, aprobado recientemente por la FDA, es clave en su estudio, ya que podría permitir frenar la metástasis sin aumentar el riesgo de hemorragias en los pacientes.

In vitro me ha funcionado super bien. Pero me falta el experimento en vivo, que lo voy a hacer dentro de los próximos meses, con ratones. Y después, el último paso ya como doctor, sería hacerlo en un paciente con cáncer”.

Para el investigador, la clave de la cura de un cáncer no hay que buscarla en forma unitaria. “Cada tumor expresa proteínas diferentes. Unos crecen más rápido, otros más lento; algunos atacan al sistema inmune, o son procoagulantes, y otros no. ¡Y estamos hablando exactamente del mismo cáncer! Es una enfermedad que presenta un abanico de opciones que parece ser infinito. Y cuando se intenta atacarlo, a veces, puede generar resistencia contra el tratamiento. Entonces, primero ‘dime cuál es tu cáncer y recién ahí te puedo decir que tengo como opción’. Hacia allá va la ciencia, hacia la medicina personalizada”.

En la funda de la guitarra

Pese a su pasión por la investigación, Cristian no ha olvidado vínculo con las artes. Desde niño, fue parte de un entorno lleno de música, asistiendo a las presentaciones de su madre, quien cantaba tanto en festivales como en iglesias. “Mi papá, que es chofer de colectivo, la llevaba a sus conciertos y a mí me dejaban durmiendo en la funda de la guitarra. Siempre estuve expuesto a esto“, dice. Durante su adolescencia, participó en concursos de música como el “Festival de la Voz”, en Santa Cruz, donde representó a su colegio interpretando canciones en inglés.

Aunque su estilo musical se inclinó más hacia el rock, con influencias de bandas como Metallica y Nirvana, incluso interpretó una canción de Los Jaivas en un evento organizado por la Casa de la Cultura de San Fernando. Actualmente, él es parte de un proyecto musical formado con un grupo de amigos llamado “Rey Andrajoso”, en el que toca teclado y canta (ahora su mayor influencia es Muse). Y junto a su banda están trabajando en la grabación de un disco con un setlist de siete canciones.

Algunas son de su propia creación. “Escribo poesía, también prosa, es como un pasatiempo. Tengo pendiente un libro que quiero publicar, que es una historia de ciencia ficción”. En ese sentido, no es casual que hubiese elegido esa temática para su presentación en “Tesis en Tres Minutos”, para la que también se apoyó en su experiencia en enfermería pediátrica. “Cuando te toca atender a un niño, tienes que hacerlo llamativo, interesante, capturar su atención. Y la forma más efectiva es hacerlo con un cuento”, dice.

Pero también su intención fue divulgar mejor la ciencia: “Siento que, en general, la ciencia parece algo muy frío y no tan didáctico. Creo que existe una necesidad de no alejar a la gente de la ciencia, sino que acercarla a través de un relato. En mi caso fue una historia de terror”.

Para el futuro, Cristián tiene varios planes, incluyendo un posdoctorado. “Mi objetivo es, probablemente, enfocarme en algo más clínico, porque hay centros en el mundo que conectan muy bien la ciencia básica con el manejo de pacientes. Entonces, mi intención va a ser aterrizar los conocimientos que adquirí de ciencia básica, pero ya experimentando lo que siempre quise hacer, que es tomar muestras, exámenes de pacientes y empezar a investigar utilizando herramientas de ciencias básicas y con el planteamiento científico de esta”.

Su intención final sería acercar la enfermería con las ciencias básicas. “En enfermería detectamos muchas necesidades que, por lo general, para el bioquímico, el biólogo o incluso para el mismo médico -por poner un ejemplo- se les escapan porque no la enfrentan a diario. Y los enfermeros tenemos problemas que vemos frecuentemente, pero no siempre contamos con las herramientas para poder resolverlos”, admite. Su aspiración, entonces, sería que se transformen en un canal entre el paciente y la investigación dura.

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