Carolina Cabalín

Junio 16, 2022


Carolina Cabalín: “No he dejado de tener miedo de hacer las cosas, pero hay que usarlo como motor para impulsar lo que uno quiere hacer”.

Carolina Cabalín: “No he dejado de tener miedo de hacer las cosas, pero hay que usarlo como motor para impulsar lo que uno quiere hacer”.

La ganadora de proyectos FONDEF (FONDEF IDEA y FONDEF VIU) y CORFOS con su proyecto “MicrobeSkin: test de diagnóstico de infecciones cutáneas” cuenta con el apoyo del Laboratorio de Inmunología y Alergia Transnacional, equipo liderado por el Dr. Arturo Borzutzky.

Carolina con parte del equipo de laboratorio Dr. Gutman Hospital Mount Sinai.

Siempre le gustó la ciencia y la matemática, soñaba con ser astronauta, e incluso pensó en estudiar Medicina o Enfermería, pero poco a poco esa fascinación con el mundo científico devino en la bioquímica. Oriunda de Curicó, para Carolina su llegada a Santiago fue un remezón en todo ámbito. “El cambio cultural fue tremendo. Tomaba el Transantiago y era vivir en otro mundo, y andaba súper perdida. Además, pasé de trimestres a semestres, y la carga de los estudios cambió totalmente. Tampoco ayudó que no me gustaba tanto la carrera, porque me mostraban una ciencia muy dura, lejana, que en ese entonces pensaba que no tenía mucha cercanía con la gente”, recuerda Carolina, quien actualmente está haciendo su pasantía en Nueva York, en el Hospital Mount Sinai.

Buscó otras alternativas para llenar ese vacío, como enseñarles a niños en colegio y hacer difusión científica. Finalmente, decidió postular a carreras paralelas y terminó estudiando Bioquímica y Pedagogía en Ciencias Naturales y Química. “Hacer las dos carreras fue desafiante, un desafío importante, pero me entregó hartas herramientas y generó capacidades en mí que en primer año no tenía”, acota.

Cambio de piel

Para Carolina, la ciencia básica no era lo suyo. “El hecho de que siempre he sido muy de hacer actividades, de cercanía con la gente, que me gustaba hacer talleres con niños de la comunidad y participaba en motivación por reunir a la gente, me hizo pensar que me equivoqué de carrera, porque tenía pocas posibilidades de acercarme a la gente. Soy muy de piel”, explica.

Esa cercanía de piel llegó de otra forma. Al momento de elegir unidades de investigación, que implica pasantías cortas en distintos laboratorios, optó por la Facultad de Medicina, llegando al Laboratorio de Inmunología y Alergia Transnacional. Carolina comenzó a estudiar el Doctorado en Ciencias Médicas UC el año 2019 y pronto se vio encerrada en un laboratorio, casi sin ver la luz del día, con un proyecto que la llevó a enfocarse en la epidermis. Su tesis de pregrado se enfocaba en evaluar cómo la suplementación de vitamina D oral en dermatitis atópica cambiaba bio-marcadores de la piel, que estaban alterados, como indicadores de qué tan grave era la enfermedad. “Específicamente lo que hicimos fue muestrear la piel de estos pacientes para estandarizar un proceso que no fuera invasivo. Trabajamos con niños, que es muy complejo, porque a los niños no se les puede sacar pedacitos de piel para hacer una biopsia. Entonces usamos una técnica novedosa en ese momento, que se llama tape stripping. En términos simples, es usar unas tiras similares al scotch, pero circulares, que se van pegando en la piel y se sacan capas de epidermis”, sintetiza.

En esta foto, Carolina está junto a sus compañeros de la Generación 2018 del Programa de Doctorado en Ciencias Médicas y sus directores.

La epidermis de un proyecto

En medio de esto, la Vicerrectoría de Investigación difundió una convocatoria al Programa de Valorización de la Investigación Universitaria (VIU), un programa de FONDEF para estudiantes, que busca dar continuidad a las investigaciones de estudiantes a través de este programa. Su tutor, el Dr. Arturo Borzutzky, la incentivó a postular, algo que le dio un poco de miedo. “Jamás había escrito un proyecto, y eran muy específico, cincuenta páginas. Terminamos media hora antes de escribirlo, porque era algo a lo que nunca me había enfrentado, no tenía esas habilidades”, explica.

Su postulación desarrollaba en profundidad lo que estaba investigando para su tesis, trasladando la técnica para estudiar determinados bio-marcadores como panel diagnóstico para otras enfermedades de la piel. “No hay mucho diagnóstico que no sea más allá de lo visual del médico para diagnóstico de enfermedades de la piel, no solo de la dermatitis atópica”, puntualiza. “Yo tenía poca fe, sentí que me había quedado grande el proyecto. Pasaron como ocho meses, y pensé que no habíamos ganado. Estaba trabajando en el laboratorio de inmunología, y en enero del 2017 me dicen había que presentarlo, porque había pasado a la segunda etapa del proceso”, cuenta. “La vida me ha demostrado que tengo buenas habilidades comunicativas, y me las jugué. Presenté, y al momento de las preguntas del comité evaluador, me defendí bien. Iba bien preparada, le puse harto empeño a la presentación, y nos adjudicamos el fondo”, rememora.

Piel & cerebro

No era algo que estaba en sus planes del doctorado, que exigía dedicación exclusiva. “Durante el 2018 seguíamos desarrollando el proyecto, pero para alumnos de doctorado no hay muchos fondos de investigación, y se ponía bastante cuesta arriba. El 2019, le dije a mi tutor que teníamos que postular a un acelerador de base científico-tecnológica, y la universidad tiene uno que se llama BRAIN CHILE”, cuenta.

BRAIN CHILE es un programa que busca impulsar la transferencia de emprendimientos de base científico-tecnológica, desde los laboratorios y salas de clases, a distintos sectores de la industria. Carolina postuló con el apoyo de profesores del doctorado, y su proyecto, conformado con un equipo interdisciplinario dentro del área de salud donde hay inmunólogos, infectólogos, y dermatólogos, entre otros, fue uno de los premiados durante la 5ta versión de BRAIN CHILE. “Fue la mejor decisión loca que he tenido, nos abrió un montón de caminos. Y el apoyo de los profesores fue importante. Lo veo como una ventaja, uno es súper inseguro al principio, es súper incierto el camino del doctorado, así que todo esto me ayudó a agarrar confianza y en fondo no está mal que te dediques a un proyecto así, entrega un camino más”, recuerda.

Tras constituir una start-up, Carolina comenzó a postular “a todo lo que podía, como loca, para hacer lo que quería. Entre medio, la pandemia frenó todo. El lado bueno es que expandió la ciencia y la importancia de un diagnóstico. Antes la gente que no tenía idea de un PCR o de material genético, y la pandemia normalizó el lenguaje de nuestro proyecto”, cuenta.

En la final del Programa BRAIN CHILE, del Centro de Innovación UC.

Pausa pandémica en NY

En medio de la carrera por concretar el proyecto de panel de diagnóstico no invasivo de péptidos antimicrobianos, y luego de adjudicarse fondos de Corfo, además de FONDEF, ocurrió el estallido social y la pandemia. “Todo esto me confirmó que como científica es importante que quede dentro la sociedad, no solo que llegue a la comunidad científica. Soy científica para hacer cosas para la sociedad”, dice seriamente. El problema para el proyecto fue el freno en la parte experimental, pues la medicina estaba enfocada en COVID-19; no obstante, el receso del laboratorio permitió poner en pausa la idea, replantearse el cómo estaban haciendo las cosas y abrió la posibilidad de visualizar cómo seguir en el futuro.

Actualmente en Nueva York, Carolina sigue coordinando desde afuera el desarrollo del proyecto. La prueba de diagnóstico clínico rápido no-invasivo permitirá obtener muestras de enfermedades de la piel, identificando en simultáneo entre las bacterias, virus y hongos patógenos si el microorganismo identificado presenta resistencia a antibióticos. “Cuando postulamos al primer FONDEF, estábamos en una fase muy de laboratorio, de validar nuestras cosas en pacientes y todavía estábamos muy lejos del mercado. Hubo aspectos de propiedad intelectual, donde hubo un proceso de expandir el equipo de la empresa. De hecho, no íbamos a postular a FONDEF, pero cuando se abrió la posibilidad, le dimos con todo, y mientras se escribía el proyecto empezamos a juntar a toda la gente. Fue un poco sobre la marcha. En ese sentido le agradezco harto a la UC, porque te entrega una red de apoyo impresionante si es que uno quiere impulsar un proyecto. El Centro de Innovación, mi programa de doctorado, mi co-tutora la Dra. Claudia Sáez y la VRI han sido un tremendo apoyo como estudiante para lograr tener mis propios proyectos mientras curso mi tesis doctoral, porque en postulaciones a fondos grandes existe desconfianza con los estudiantes por un tema de expertise”, señala.

Pese a su foco en el proyecto, actualmente Carolina trata de que su vida no sea solo en el laboratorio. Intenta almorzar en Central Park y sus sábados en Nueva York son sagrados: no prender el computador, desconectarse, leer literatura sci-fi, y cocinar. “Lejos lo que más me gusta cocinar son cosas dulces, probar recetas nuevas. Gracias a la pandemia me hice experta recetas de manjarete casero”, cuenta divertida.

Su estadía en Nueva York le ha generado más resiliencia de la que ya había desarrollado en todos los procesos de postulación, un factor que considera clave para sacar adelante proyectos. “Si alguien te dice que no, o no hay profesores que estén interesados, no quita que quizás otros sí lo estén. Hay que ser bastante busquilla y buscar otros caminos y directores de programas. En mi caso particular, por llevar un emprendimiento, he buscado harto apoyo en el Centro de Innovación. Es un poco aferrarse a esas personas que buscan producir más cosas desde la universidad y aprovechar las oportunidades. Muchas personas tienen miedo de hacerlo, porque no sabe que fallar una vez no es malo. No he dejado de tener miedo de hacer las cosas, pero hay que usarlo como motor para impulsar lo que uno quiere hacer”, puntualiza.

Carolina en un almuerzo en Central Park.

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