Gabriel González

Agosto 7, 2024


“A menudo, la gente relaciona la epidemiología con las vacunas y los virus, pero tiene que ver con todos los problemas de salud”

El psicólogo y doctorante en Epidemiología en la Universidad Católica, Gabriel González, se dedica a entender cómo el entorno urbano afecta la salud mental de las personas. Ahora está centrado en investigar cómo las características del lugar de residencia influyen en el bienestar mental, investigación con la que participó en el concurso “Tesis en Tres Minutos” 2023, de la Escuela de Graduados. Dice que ese desafío le permitió enfrentar su carácter introvertido, además de dar a conocer el rol que tiene la epidemiología con enfoque social.

Richard García

Desde su infancia, Gabriel González (33) mostró una gran curiosidad por el mundo que lo rodeaba. Durante su infancia vivió en unos departamentos en el barrio Bellavista, en Providencia, que habían sido construidos para los trabajadores de la imprenta de la editorial ZigZag, que funcionó por muchos años en un edificio detrás de la Escuela de Derecho, de la Universidad de Chile. Su abuelo materno trabajó en la imprenta y le dieron una de esas viviendas. “Allí en los edificios había harta historia y vínculos, porque todos se conocían. Por eso  desde chico siempre me llamó la atención el tema de la vivienda y el entorno. Después, en los 90’, nos mudamos a Maipú, a una vivienda cerca del actual metro Las Parcelas. Más tarde, durante la enseñanza media y la universidad, me tocó vivir de allegado en la casa de mi abuela, con toda mi familia”, recuerda el doctorando.

Motivado por un deseo de comprender la mente humana y ayudar a las personas a mejorar su bienestar, especialmente mental, Gabriel decidió estudiar psicología y posteriormente derivó a la epidemiología. “A menudo, la gente relaciona la epidemiología con las vacunas y los virus, pero tiene que ver con todos los problemas de salud”, afirma.

Su tesis de doctorado, llamada “The effect of neighborhood and dwelling on mental health”, aborda la relación entre el lugar de residencia, el vecindario y la salud mental. Su profesora guía es Alejandra Vives, actual directora del Doctorado en Epidemiología, de la Escuela de Medicina de la UC.

La salud mental en grandes números

“En 2010 entré al pregrado en la Universidad de Chile. Luego, en 2015 comencé el magíster en Epidemiología en la UC, y en 2021, el doctorado”, detalla sobre su trayectoria educativa. “En teoría me queda todo un año, pero lo que quiero es terminar en enero de 2025 a más tardar”.

Gabriel enfatiza su interés en la epidemiología como una disciplina que permite analizar la salud mental a gran escala, algo que le apasiona. “Siempre me interesó el tema de la salud mental, pero con un enfoque poblacional. Eso es lo que distingue a la epidemiología de otras disciplinas de la salud”, comenta.

Aparte de sus vivencias personales, el psicólogo reconoce otra poderosa razón que lo llevó por el camino de la investigación social: la saga “Fundación”, del escritor estadounidense de origen ruso Isaac Asimov, que leyó cuando cursaba tercer año de Psicología. Esta icónica obra de ciencia ficción explora cómo la ciencia puede ser utilizada para mejorar el futuro de una sociedad compleja, a través de una disciplina conocida como psicohistoria. “Creo que me inspiró sobre la relación de la psicología con la epidemiología, porque quiero entender la salud mental, pero en grandes números”.

Su tesis actual investiga la relación entre la residencia y la salud mental, inspirándose en los orígenes de la epidemiología y la obra del médico inglés John Snow, en Londres. “Él hizo un mapa de la ciudad y ahí vio que las personas que se enfermaban estaban concentradas en ciertos lugares. En ese caso, contraían cólera y morían de diarrea porque estaban consumiendo agua contaminada. Pero si vemos cómo se distribuyen hoy los problemas de salud mental en el mundo, no sólo en Chile, también existen lugares que los concentran y que son, coincidentemente, los lugares más pobres, con menos áreas verdes y mayor ruido ambiental”, asegura.

Esto trae como consecuencia, por ejemplo, una menor calidad del sueño o menor concentración para estudiar. “Uno de los problemas de hacer epidemiología de la salud mental es que las causas del problema no tienen un efecto directo, inmediato y directamente observable. Si una persona consume algo contaminado, pasa un par de días y se enferma del estómago, por lo que es más fácil encontrar la causa y sus efectos. Pero en salud mental pasan años antes de ver las consecuencias, y se terminan atribuyendo a problemas individuales. Sin embargo, si uno revisa en detalle, se observa que las familias enfrentan muchas situaciones de inseguridad, inestabilidad laboral, condición de allegada, lo que deriva a su vez en conflictos familiares, cambios de colegio, dificultades en el transporte, y finalmente en problemas de salud mental. La situación urbana influye mucho”, advierte.

Por eso, su tesis apunta a hacer un modelo de epidemiología para entender cómo ciertas características del entorno van a afectar a la salud mental de las personas. “Por ejemplo, cuántos casos de depresión voy a tener, a lo largo de varios años, atribuibles a estas desigualdades urbanas”, detalla. Su investigación actual se centra en dos barrios que han recibido programas de regeneración del gobierno: Bajos de Mena, en Puente Alto, y Los Cerros, en Viña del Mar. Ambos son conjuntos de viviendas sociales, lo que le proporciona una oportunidad única para evaluar el impacto de estas políticas en la salud mental de sus residentes.

La idea es entender que en estas construcciones viven personas que tienen necesidades y requieren de una buena convivencia entre vecinos. “Para que hayan buenas relaciones sociales también tienen que haber condiciones mínimas materiales. Entonces, los vecinos van a tener problemas si es que no tienen lugares donde dejar la basura, si no es que hay espacio, o incluso cosas tan básicas como donde colgar la ropa. Y a nivel de la casa misma se deben considerar aspectos como cuál es el espacio de estudio, la privacidad que tienen las personas que viven ahí, si hay hacinamiento, si pueden invitar otras personas… porque todo afecta en la construcción de la identidad de la persona”, dice el psicólogo.

El doctorante reflexiona sobre otra de las dificultades y desafíos de vivir en viviendas sociales: que muchas veces se construyen en áreas periféricas, lejos de los centros urbanos, lo que implica largas horas de transporte para sus habitantes. “Esto significa que las personas pierden dos o tres horas al día solo en transporte”, lamenta. Y añade que, en los últimos 20-30 años, los edificios residenciales cada vez son más pequeños y “te lo venden como algo moderno. Uno podría pensar que esto tiene que ver con el fenómeno socio-demográfico, del empequeñecimiento de la familia”.

Gabriel es parte del proyecto “SalurBal”, que busca mejorar la calidad de vida en las ciudades. Es un proyecto académico coordinado desde la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Drexel, en Pensilvania, Estados Unidos. Es una de las más prestigiosas en el área, y ahí trabajan investigadores en Latinoamérica. Allí evalúan indicadores como la salud mental, la salud respiratoria y enfermedades crónicas de distinto tipo”, comenta. “Están encontrando que la expectativa de vida varía aproximadamente 10 años, según la ciudad y el lugar de la urbe. Por ejemplo, Ciudad de México tiene, en promedio, 10 años menos de expectativa de vida que Santiago y Buenos aires. Pero en Santiago tenemos comunas del centro y nororiente que tienen en promedio 10 años más de vida que el resto de Santiago”.

El desafío de “Tesis en Tres Minutos”

Gabriel se define como una persona más bien introvertida. Por eso, dice, la presentación en el concurso “Tesis en Tres Minutos” fue para él un desafío enorme. “Me genera mucha incomodidad hablar a un público; me acomoda más el diálogo uno a uno. Siempre he sido receptivo a escuchar la historia de vida de las personas y creo que eso me llevó al tema de la psicología”, cuenta. A pesar de ello, quiso entrar al concurso porque lo consideró un desafío personal en términos de comunicación.

Respecto de la evaluación de su experiencia en “Tesis en Tres Minutos”, dice que fue positiva. “Lo recomiendo, incluso para alguien más introvertido como yo. Me tuve que preparar un montón: practicaba todos los días varias veces, incluso me conseguí el auditorio de la Facultad de Medicina de la UC, para practicar sólo. Además, apliqué una técnica psicológica para enfrentar la ansiedad”, detalla.

Sin embargo, su modo más introvertido no le impidió transformarse en docente. Es así que se desempeña como profesor del ramo de Metodología de Investigación Cuantitativa, en la Universidad Alberto Hurtado.

Interdisciplina y salud pública

El doctorante destaca la importancia de las investigaciones interdisciplinarias y la colaboración entre profesionales de diversas áreas, para abordar de manera efectiva los problemas de salud pública. “Mi trabajo se beneficia enormemente de la colaboración con otros investigadores, como mi profesora guía Alejandra Vives, quien es médico y salubrista, y la socióloga y urbanista Alejandra Rasse. Ambas son investigadoras del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS), y también del Centro de Cohesión Social (COES). Ellas vienen trabajando hace años en barrios de la comuna de Puente Alto, en la Región Metropolitana, y en otros de Viña del mar. Entonces juntos podemos entender mejor cómo las características del entorno urbano afectan la salud mental y proponer soluciones más efectivas”, asegura.

Si piensa en su futuro profesional, le gustaría trabajar en alguna institución pública como, por ejemplo, el Ministerio de Vivienda, el de Desarrollo Social o el de Salud, en el área de salud mental, contribuyendo con el análisis de datos, evaluación de programas y viendo la eficacia de las políticas públicas. “Cada vez hay más digitalización de la información de las personas y es una oportunidad para aprovechar esos datos y hacer evaluaciones que hace unos años atrás, eran inimaginables.  Y, de ese modo, guiar en la construcción de la política pública”, reflexiona.

Además de su labor profesional, Gabriel es un apasionado músico. Cuenta que la música es una forma de expresión artística que le permite conectar con sus emociones y relajarse, después de largas jornadas de trabajo. Recuerda que cuando estaba en el colegio y durante su pregrado, tocaba la guitarra y componía en una banda local.

También ha participado en numerosos conciertos, incluyendo circuitos más alternativos como tocatas en casas okupa o bingos familiares. Fueron experiencias que le permitieron conocer varios rincones de Santiago y que lo inspiran hoy a seguir investigando sobre las ciudades y su relación con la salud.

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